Línea de tiempo de la cultura tiahuanaco

Línea de tiempo de la cultura tiahuanaco

La cultura tiahuanaco fue una de las civilizaciones más antiguas y duraderas del antiguo Perú, que se extendió por el altiplano andino entre los años 1500 a. C. y 1187 d. C. En este artículo, te invitamos a descubrir la línea de tiempo de la cultura tiahuanaco, una fascinante cronología que muestra su origen, su auge, su decadencia y su legado.

Índice
  1. Periodo Aldeano (1500 a. C. - 50 d. C.)
  2. Periodo Urbano (45 d. C. - 700 d. C.)
  3. Periodo Expansivo (700 d. C. - 1100 d. C.)
  4. Periodo Decadente (1100 d. C. - 1187 d. C.)
  5. Legado de la cultura tiahuanaco

Periodo Aldeano (1500 a. C. - 50 d. C.)

La primera etapa de la cultura tiahuanaco se caracterizó por ser una aldea agrícola y ganadera, que se asentó en las orillas del lago Titicaca, en el actual territorio de Bolivia. Algunas de las características principales de este periodo fueron:

  • La arquitectura de las casas, hechas de piedra y adobe, con techos a dos aguas y comunicadas por calzadas. Estas casas formaban conjuntos habitacionales llamados canchas, que podían albergar a varias familias.
  • La economía basada en el cultivo de la papa, la oca y la quinua, y la domesticación de la llama, que les permitía el transporte, el pastoreo y la producción de lana y carne. También practicaban la pesca y la caza de aves y camélidos silvestres.
  • La metalurgia del cobre, el oro y la plata, y el uso de minerales como el cinabrio, la sodalita y la obsidiana para fabricar objetos y armas. Destacan los adornos de oro y plata, los cuchillos de obsidiana y los espejos de pirita.
  • La alfarería globular, decorada con motivos geométricos, animales y antropomórficos. Los colores más usados eran el rojo, el negro, el blanco y el naranja. Entre las formas más comunes estaban las vasijas, los cántaros, los platos y los keros.
  • Los entierros ceremoniales en cestas de piedra, con cráneos deformados artificialmente. Los muertos eran acompañados de ofrendas como alimentos, bebidas, textiles, cerámicas y metales. Algunos entierros eran colectivos y otros individuales.

La Puerta del Sol

Periodo Urbano (45 d. C. - 700 d. C.)

La segunda etapa de la cultura tiahuanaco se caracterizó por la transformación de la aldea en una gran ciudad con un centro ceremonial y una expansión territorial. Algunos de los aspectos más relevantes de este periodo fueron:

  • La construcción de edificios monumentales como la Pirámide de Akapana, el Templo de Kalasasaya, el Templete Semisubterráneo y la Puerta del Sol, con esculturas y relieves de dioses y símbolos. Estos edificios tenían funciones religiosas, astronómicas y políticas, y estaban orientados según los puntos cardinales y los solsticios.
  • El desarrollo de un estilo de alfarería realista, con representaciones de rostros humanos, animales y plantas, que influenció a otras culturas como la wari. Los colores más usados eran el rojo, el negro, el crema y el marrón. Entre las formas más comunes estaban las botellas, los incensarios, los vasos y los escudillas.
  • El comercio y la integración con otras regiones como el norte de Chile, el sur de Perú y el oeste de Bolivia, mediante caravanas de llamas y redes de caminos. Los productos más intercambiados eran los metales, las conchas, los textiles, la cerámica y los alimentos.
  • La organización social y política en torno a una elite sacerdotal, que ejercía el control religioso, económico y militar sobre la población. La sociedad se dividía en clases sociales, según el acceso a los recursos y el poder. La ciudad de Tiwanaku era el centro del poder y la autoridad.
  • La cosmovisión y la religión, basadas en el culto al sol, la luna, la tierra y el agua, y la creencia en un dios creador llamado Viracocha. Los tiahuanacotas practicaban rituales de ofrenda, agradecimiento, fertilidad y purificación, en los que usaban la hoja de coca, el alcohol y el tabaco.

Periodo Expansivo (700 d. C. - 1100 d. C.)

La tercera etapa de la cultura tiahuanaco se caracterizó por el alcance de su máximo esplendor y dominio sobre el altiplano andino y otras zonas. Algunos de los puntos más destacados de este periodo fueron:

  • La consolidación de un imperio que abarcaba desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina, con una población estimada de entre 1 y 2 millones de habitantes. El imperio se organizaba en provincias, que tenían cierta autonomía, pero que debían tributar y obedecer al centro.
  • La innovación tecnológica y agrícola, con la introducción de sistemas de riego, terrazas, camellones y acueductos, que permitían aprovechar mejor el suelo y el agua. También desarrollaron técnicas de conservación y almacenamiento de alimentos, como el chuño y la charqui.
  • La diversificación cultural y artística, con la incorporación de elementos de otras culturas como la mochica, la nazca y la huari, y la creación de obras maestras como el Monolito Bennett, el Monolito Ponce y la Estela de Tiwanaku. Estas obras representaban a los dioses, los gobernantes y los guerreros tiahuanacotas, con un alto grado de detalle y expresión.
  • La difusión de su ideología y su religión, con la construcción de centros ceremoniales y administrativos en lugares estratégicos como Pucará, Omo, Samaipata y San Pedro de Atacama, donde se rendía culto a las divinidades tiahuanacotas y se realizaban rituales de sacrificio humano y animal. Estos centros también servían para controlar el comercio y la producción de las provincias.
  • La resistencia y la adaptación frente a las amenazas externas e internas, como las invasiones de los aimaras, las sequías, las hambrunas y las rebeliones sociales. Los tiahuanacotas supieron mantener su cohesión y su identidad, a pesar de las dificultades y los cambios.

La Pirámide de Akapana

Periodo Decadente (1100 d. C. - 1187 d. C.)

La cuarta y última etapa de la cultura tiahuanaco se caracterizó por el colapso y el abandono de la ciudad y el imperio. Algunos de los factores que contribuyeron a este proceso fueron:

  • El cambio climático, que provocó una disminución de las lluvias y el nivel del lago Titicaca, afectando la producción agrícola y la disponibilidad de agua. Esto generó escasez, hambre y enfermedades entre la población.
  • La crisis política y social, que generó conflictos internos, revueltas populares y descontento con la elite gobernante. La autoridad y la legitimidad del centro se debilitaron, y las provincias se rebelaron y se independizaron.
  • La presión militar y cultural de los aimaras, que invadieron y ocuparon el territorio tiahuanacota, asimilando sus costumbres y su lengua. Los aimaras eran un pueblo guerrero y nómada, que se opuso al dominio tiahuanacota y lo desafió en varias batallas.
  • El saqueo y la destrucción de los edificios y las obras de arte tiahuanacotas, que fueron desmantelados y reutilizados por otras culturas como la inca. Muchos de los monumentos y las esculturas fueron dañados, robados o perdidos.
  • El olvido y la desaparición de la memoria histórica de la cultura tiahuanaco, que quedó relegada a leyendas y mitos. Los tiahuanacotas no dejaron registros escritos de su historia, y los testimonios orales se fueron perdiendo con el tiempo.

Legado de la cultura tiahuanaco

A pesar de su desaparición, la cultura tiahuanaco dejó un legado invaluable para la historia y la cultura andinas. Algunos de los aspectos más importantes de este legado son:

  • La contribución al desarrollo de la arquitectura, la ingeniería, la astronomía, la matemática, la escritura y el arte andinos, que fueron heredados y perfeccionados por otras culturas como la inca. Los tiahuanacotas fueron pioneros en construir monumentos megalíticos, desarrollar un sistema de escritura y alcanzar un alto nivel de organización social y política.
  • La creación de un modelo de organización estatal, económica y religiosa, que sirvió de base para la formación de otros imperios andinos como el wari y el inca. Los tiahuanacotas establecieron una red de centros ceremoniales y administrativos, que integraban y controlaban las diversas regiones y poblaciones del altiplano.
  • La preservación de su patrimonio cultural, que ha sido reconocido y valorado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y por los pueblos originarios como parte de su identidad y su cosmovisión. Los restos arqueológicos de la cultura tiahuanaco son testimonios de su grandeza y su belleza, que atraen a miles de visitantes cada año.
  • La recuperación de su historia, que ha sido objeto de estudio e investigación por parte de arqueólogos, historiadores, antropólogos y otros especialistas, que han aportado nuevos datos y hallazgos sobre esta cultura milenaria. Gracias a ellos, se ha podido reconstruir parte de su cronología, su sociedad, su economía, su religión y su arte.
  • La reivindicación de su cultura, que ha sido impulsada por movimientos sociales, políticos y culturales, que han reafirmado el orgullo y la dignidad de los descendientes de los tiahuanacotas. Estos movimientos han defendido sus derechos, sus valores y su visión del mundo, frente a la discriminación y la opresión.

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